Las autolesiones, también conocidas como autolesiones no suicidas (ANS), son conductas en las que una persona se lastima a sí misma deliberadamente sin la intención de acabar con su vida. Estas pueden incluir cortarse, golpearse, quemarse o rascarse de manera intensa. Aunque pueden parecer alarmantes, es importante reconocer que, en la mayoría de los casos, no son un intento de suicidio, sino una forma de lidiar con emociones abrumadoras.
¿Por qué se producen las autolesiones?
Entender las causas detrás de las autolesiones es clave para ofrecer un apoyo efectivo. Estas conductas suelen ser una respuesta a emociones difíciles de manejar, tales como:
Estrés emocional intenso: Muchas personas que se autolesionan lo hacen para reducir la tensión interna. Puede ser una forma de externalizar el dolor emocional que sienten de manera física.
Sentimientos de vacío o desconexión: Las personas pueden recurrir a las autolesiones para sentir algo cuando están emocionalmente adormecidas o desconectadas.
Baja autoestima: Las autolesiones a menudo se relacionan con sentimientos de odio hacia uno mismo, vergüenza o culpa.
Control: Para algunas personas, infligirse dolor físico puede darles una sensación de control sobre sus emociones o circunstancias.
Comunicación: Aunque no siempre es consciente, algunas personas utilizan las autolesiones como una forma de expresar su angustia a otros o de pedir ayuda.
Factores de riesgo
Las personas que se autolesionan a menudo enfrentan múltiples desafíos emocionales y psicológicos, como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT) o trastornos alimenticios. Los factores como el historial de abuso, el bullying, la presión social, o las dificultades familiares pueden incrementar la probabilidad de recurrir a estas conductas.
¿Qué hacer si alguien se autolesiona?
Escuchar sin juzgar: Si alguien cercano se autolesiona, lo más importante es ofrecer apoyo emocional sin emitir juicios. Evitar minimizar sus sentimientos o simplemente decirles que “dejen de hacerlo” es crucial para abrir el camino hacia la recuperación.
Fomentar la búsqueda de ayuda profesional: Un terapeuta o psicólogo puede ayudar a identificar las causas subyacentes y ofrecer estrategias para manejar las emociones de manera más saludable. La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia dialéctica conductual (TDC) son enfoques efectivos para tratar las autolesiones.
Explorar alternativas saludables: En lugar de recurrir al dolor físico, puede ser útil sugerir otras formas de expresar o liberar la tensión emocional, como escribir, dibujar, hacer ejercicio, practicar la meditación o hablar con un amigo de confianza.
Crear un ambiente seguro: Ayudar a la persona a evitar el acceso a objetos con los que pueda autolesionarse puede ser una medida temporal hasta que desarrollen herramientas más saludables para lidiar con el dolor.
Cómo prevenir las autolesiones
Prevenir las autolesiones no es tarea fácil, ya que requiere abordar las causas emocionales y psicológicas subyacentes. Algunas estrategias incluyen:
Fomentar una comunicación abierta sobre las emociones desde edades tempranas.
Desarrollar habilidades de afrontamiento emocional, como la regulación emocional y la resiliencia.
Fomentar una autoestima positiva y un sentido de pertenencia dentro de una comunidad o grupo de apoyo.
Reflexión final
Las autolesiones son un comportamiento complejo, pero es posible superarlas con el apoyo adecuado. Comprender las razones detrás de esta conducta, ofrecer empatía y guiar a la persona hacia ayuda profesional son pasos clave en el camino hacia la sanación.
Por Luisa E
scudero-Franco
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